Constatamos un año más que es el Señor el que nos llama nuevamente a pasar unos días en familia con Él, en Villa Santa Mónica, la casa de espiritualidad de las Agustinas Misioneras en Becerril de la Sierra. Un lugar privilegiado en medio de la naturaleza para escucharle, descansar y contemplar con asombro la creación. Gracias Señor. Los ejercicios son una parada necesaria en nuestro camino de santidad.
Las meditaciones sobre la Sagrada Escritura dirigidas por nuestro consiliario el Padre Juan de Dios Larrú, dcjm, nos han permitido profundizar en nuestro viaje al fondo de la carne, los sentidos y los afectos, llamados como los de Jesucristo a la gloria en la Resurrección.
Desde el hilo conductor de la Eucaristía (Don de Jesús, Corazón de la Vida y la Fe), hemos contemplado a Cristo en la Pasión, en la Cruz, con la samaritana en el pozo de Sicar, con la Virgen María en Caná, con la hemorroisa, con Jairo y con los discípulos del Resucitado.
El Maestro quiere enseñarnos también a nosotros a amar, a desear, a orar con insistencia, a vivir de otro modo, como verdaderos Hijos de Dios, sin anteponer nada a Él, que siempre nos da más.
Llevamos a los ejercicios espirituales nuestra vida y ahora, la luz recibida de Dios estos días entra en ella, la transforma y nos impulsa en “la carrera” hacia los hermanos para anunciarles que Jesús vive siempre intercediendo por nosotros.
No olvidemos que siempre hay una esperanza que viene del matrimonio y la familia, germen de la alianza de Dios con los hombres.
Familia de familias, todo con Cristo, nada sin Él.
En María, Cristo, por Cristo al Padre.
Blanca y Álvaro