Resumen de los Ejercicios Espirituales de Semana Santa 2019

Los días 18 al 21 de abril de 2019, coincidiendo con el Triduo Pascual de la Semana Santa, se han celebrado unos Ejercicios Espirituales organizados por Familias de Betania, para familias y adultos, en la Casa de Espiritualidad de las Misioneras Agustinas de Becerril de la Sierra.

Los ejercicios han sido dirigidos por el P. Juan de Dios Larrú DCJM, que ha contado con la ayuda del diácono P. Carlos Ojea.

Para el cuidado y catequesis de los 25 niños, de ellos 5 menores de 4 años, 7 entre 4 y 7 años y a partir de 7 hasta 11 años otros 13 niños, se ha contado con la ayuda de 6 monitores.

El esquema de funcionamiento ha sido, por la mañana a las 8:30 ha habido una catequesis para los niños con presencia de los padres dada por el P. Juan de Dios, con el rezo y ofrecimiento de obras, a continuación, los adultos hemos rezado “laudes”. Durante el resto del día, mientras los niños estaban atendidos por los monitores, ha habido diferentes sesiones de puntos y oración, intercalados con pláticas, tiempos libres, el rezo del Santo Rosario y las celebraciones del Triduo Pascual: Misa Verpertina de la Cena del Señor, Vía Crucis, celebración de la Pasión del Señor y Vigilia Pascual. Los niños han estado con sus padres en todas las celebraciones litúrgicas y en los Rosarios.

En estos Ejercicios los temas han versado en torno a “acercarse a Jesús a través de los sentidos”. Antes de cada una de las 12 sesiones de puntos y oración, en el rezo inicial se ha incluido una de las estrofas de la secuencia del Espíritu Santo:

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndidos;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo.
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de juego,
gozo que enjuga las lágrimas,
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquecenos.
Mira el vacío del hombre
si tú te faltas por dentro,
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero

Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno

Todos los días el P. Juan de Dios ha sugerido una obra de arte relacionada con los puntos que se iban a dar ese día. El Jueves Santo la imagen fue la del lavatorio de los pies del “Códice purpúreo” de la Catedral de Rosano

La imagen representa las reticencias de San Pedro para que Jesús le lave los pies, manifestando un deseo de no tener una presencia excesiva.

La primera meditación fue sobre “La creación, misterio de los sentidos”, donde podemos observar la creación de Dios por la palabra y estamos invitados a escucharle, Dios “ve” que su obra es buena y Dios crea con sus propias manos.

La acción creadora de Dios tiene un ritmo que tenemos que asumir.

La siguiente meditación fue “El misterio de las bodas de Caná” (Jn 2, 1-11 y Sal 1): si queremos saber quién es Jesús tenemos que ir de la mano de la Virgen María. Nos faltan cosas en el mundo de los deseos humanos, no conocemos bien cuales son nuestros deseos y María nos va a enseñar con Jesús, maestro de los deseos como descubrirlos. Jesús no es indiferente a nuestras cosas, pero quiere contar con nuestra obediencia, va a ser sobreabundante en sus dones y nos ha manifestado que ha venido para transformar nuestro matrimonio.

La siguiente meditación fue acerca del “sentido del oído”: escuchamos a quienes amamos, la fe nace del mensaje que escuchas de la palabra de Cristo. La escucha necesita una predisposición y un deseo de querer aprender, abandonándose al otro. El diálogo exige una atención y no banalizar los temas. Jesús nos enseña cómo es la felicidad plena, lo hace a través de las Bienaventuranzas: la felicidad no está en el poseer, ni en el poder, ni en las emociones, ni simplemente reside en el bienestar o en nuestro estado de ánimo. Hay que ser santos, usando el afecto como motor de nuestras acciones, hay que buscar la comunión con el otro, perdonando, manteniendo una pureza que permita amar con todo el corazón. Hay que ser un operador de la paz, no hay que engañar y hay que escuchar la Verdad.

La siguiente meditación fue acerca del “sentido de la vista”. Por la vista los objetos entran dentro de nosotros, es por lo tanto uno de los sentidos de nuestro conocimiento. Hay que distinguir entre solo ver y mirar, la mirada tiene que ver con nuestros deseos y con nuestro amor. Hay que descubrir a quién miramos, qué es lo que nos interesa. Para mirar hay que abrir los ojos y mantener una capacidad de atención, pero también tener cuidado con el sobreestímulo al que estamos sometidos. En la Transfiguración de Jesús (Lc 9, 28-36) la luz les permite ver más allá, observar la belleza y la armonía divina, y comprender que la oración transforma al hombre. Mirar a Jesús nos permite ver a Dios

Para el Viernes Santo, la imagen sugerida fue la escultura de “La piedad” de Miguel Ángel Buonarroti.

La imagen nos muestra una Virgen mucho más joven que Jesús, para indicarnos que Jesús es anterior, es el Hijo Eterno.

También podemos observar el contraste entre los claroscuros del traje de la Virgen y la luz del cuerpo de Jesús.

La primera meditación fue acerca del “misterio de la oración de Jesús”, hay que mirar su cuerpo postrado en Getsemaní (Mc 121, 22-32). Jesús se identifica con el Padre y no con sus sentimientos, nos enseña a orar con los afectos. La oración es lucha, agonía, es hacer nuestro el designio y voluntad de otro, creando vínculos y abandonando la conciencia exclusivamente emotiva del hombre moderno. Los discípulos se duermen, no son capaces de velar, se pierden lo mejor, pero Jesús pide por ellos. Es un sueño nacido de la tristeza. A nosotros la tristeza puede dormirnos y lo único que nos puede despertar es el amor. Hay que rezar con otros y por otros.

La siguiente meditación fue acerca del “cuerpo como lugar de los sentidos”. Hoy en día el hombre quiere modificar su cuerpo según su voluntad sin caer en la paradoja de que nunca tendremos el cuerpo que queremos. El cuerpo encierra un misterio. Es el lugar por donde accedemos a los demás, es nuestra primera morada. Como dijo Husserl el maestro de Edith Stein, tenemos que distinguir entre el cuerpo que percibo como objeto y el cuerpo vivido con el que siento. El cuerpo pertenece a mi identidad igual que mi nombre. Venimos de la reunión de dos cuerpos, de una comunión. Recibir la vida es ser hijo representa nuestro primer vínculo de los tres significados que tiene el cuerpo: filial, esponsal y generativo. Nuestro cuerpo está llamado a darse de una forma vocacional. Pero por el pecado podemos sustituir esa donación por una dominación, usando el cuerpo del otro. La experiencia del amor ilumina el significado esponsal, casarse es pertenecer a otro, engrandeciéndonos.

La siguiente meditación fue acerca del “sentido del olfato”, que tiene que ver con la distancia y que nos habla del futuro y la prudencia, nos permite adelantarnos a las ocasiones. Para esta meditación nos propone “La unción de Betania” (Jn 12, 1.11). María de Betania ha descubierto que los signos están asociados con la sobreabundancia y esta vez es ella misma quien hace el signo, se trata una acción profética de la Pasión, "lo tenía guardado para mi sepultura", lo hace movida por un instinto interior promovido por el Espíritu Santo.

Para el Sábado Santo, la imagen sugerida es una pintura mural anónima de las Catacumbas de San Marcelino de Roma que representa la curación de la hemorroísa.

La petición al Señor para el día fue la de mantener el silencio interior.

La primera meditación fue acerca de la “virtud de la esperanza”.

Estamos viviendo una crisis de esperanza, con una visión negativa de la realidad, se trata de la crisis de una promesa.

Al vivir desde el deseo y comprobar que no tenemos lo que deseamos, llegamos a la frustración

El matrimonio y la familia son las instituciones de la esperanza.

La persona que se cree autosuficiente no necesita la esperanza. Los cristianos no es que esperamos algo, esperamos a alguien, a Cristo Resucitado. Necesitamos ser salvados y para ello tenemos que preguntarnos sobre que descansa nuestra vida.
La esperanza es un “ancla” que se lanza para al fin de la vida, es una virtud porque nos mueve hacia la felicidad, pero hay que adquirirla y trabajarla. Es una virtud que está unida a la humildad y a la fortaleza.

Deberíamos preguntarnos ¿Cuál es mi felicidad? Hay que esperar cuando el bien no está presente en nuestra vida, uniendo la esperanza a la fe y la caridad, para formar un hilo que va desde el principio hasta el fin.

El deseo necesita ser salvado, para ello tiene que nacer desde el amor, acontecimiento que nos moviliza hacia el amado, no se trata sólo de experimentar el amor, es una acción, la vida conyugal es poco romántica, hay que vivirla en una tensión amorosa que nos ayude a vivir el tiempo. No existe un ideal cristiano como tal, lo que no alcancemos por nosotros mismos podemos alcanzarlo con Cristo, que nos acompaña siempre como a los de Emaus,

Hay tres lugares para la esperanza: la acción, el sufrimiento y la oración.

La siguiente meditación fue acerca del “sentido del tacto”, es el sentido de la afectividad con el que tocamos nuestra realidad. Tocar es ser tocado, pero sin que sea simétrico. Es el sentido que usamos para relacionarnos con las personas. Esta unido a nuestras emociones, el sujeto emotivo vive sólo en el sentir sin interpretar, por lo que le quedan muchas carencias afectivas y suple esos afectos con cosas, mascotas,...

Cristo toca y es tocado de una manera muy concreta, y tocándonos nos cambia. Si hemos tocado a Jesús, no es posible que todo siga igual, nos cambia de fuera a dentro. En el matrimonio, la unión de las manos significa la unión de nuestras vidas.
Los ejercicios espirituales nos deben servir para iluminar nuestra vida, para que cambie. ¿Qué es lo que debemos cambiar?
Dios viene a curarnos, no a consolarnos, hay que trabajar para que las cosas cambien, no basta la confesión. Al acercarse a Jesús nuestra carne va a ser transformada, la caridad nos lleva a vivir con Él y para Él.

La siguiente meditación fue acerca del “sentido del gusto”. El gusto es una especie de tacto, es el sentido de la sabiduría. En la Eucaristía comemos gustando el pan, que es el alimento que recorre tanto la historia humana como la historia de la salvación. En el Antiguo Testamento el pan es al maná bajado del cielo, en la Eucaristía somos asimilados a Cristo, El comer está unido a la celebración y la sobreabundancia es el banquete. La lógica de sobreabundancia eucarística es que siempre podemos recibir más. La gratitud que debemos mostrar es una virtud respuesta al don recibido. La Eucaristía se dirige al Padre, es una transformación de Cristo. Si comemos a Cristo, nos cristificamos y gracias a ello podemos sentir como Cristo, es la plenitud del tiempo.

La siguiente meditación fue acerca de las “apariciones de Jesús resucitado”, se deja ver porque quiere darnos nuevos sentidos, una nueva forma de vivir. No le reconocen, pero hay una disposición afectiva. Nuestros sentidos ya se están transformando. Cristo nos propone una relación con cada uno de nosotros. En las apariciones después de resucitar, Cristo se dejó ver, habló, comió, pero no le reconocen porque hace falta una transición. Es una mujer la primera que lo reconoce, porque busca a Jesús, se echa a llorar expresando un deseo, verbaliza su afecto “se han llevado a su Señor”, habla con los ángeles con toda naturalidad y cuando aparece el Señor de pie no le reconoce, pero no piensa en las dificultades. Sólo el que le busca puede encontrarle. Cuando Jesús le llama “María” y ella responde “Maestro”, le enseña un tacto nuevo, cambia sus sentidos. El Resucitado es reconocido por los que han estado al pie de la Cruz. En las apariciones, es Jesús quien toma la iniciativa, les tranquiliza “Paz a vosotros”, y les da una misión, generando afectos nuevos. Tomás es como el hombre moderno, no cree, pero cuando se aparece Jesús y le dice “pálpame bien”, le da nuevos sentidos, ¿qué significa tocar al resucitado?, es tocar un cuerpo glorificado que genera fe, "¿porqué has visto, has creído?" La vista es fundamental, ver al resucitado es creer. Tenemos que cambiar los afectos para que nos cambien los sentidos, es una reforma de nuestra vida.

Para la Domingo de Resurrección la imagen fue la de “La incredulidad de Santo Tomas” de Caravaggio que está en el Palacio de Sanssouci de Postdam, Alemania

La última meditación fue sobre “la aparición de Jesús a los apóstoles en el lago”, es la 3ª aparición cuando los discípulos han vuelto a sus tareas cotidianas.

Antes de comenzar escuchamos la “Cantata 177” de J.S. Bach, cuya letra es la siguiente:

Jesús sigue siendo mi alegría,
Consuelo y bálsamo de mi corazón
Jesús me defiende de toda pena
El es la fuerza de mi vida,
el gozo y el sol de mis ojos,
el tesoro y la delicia de mi alma,
por eso no quiero ir dejar a Jesús
fuera de mi corazón y de mi vista

La Resurrección no ha cambiado sus vidas, sus dificultades. Nuestra vida sigue igual pero ya nada es igual. Jesús se aparece una y otra vez, porque nos busca y quiere consolarnos, no sólo en los ejercicios, sino en toda nuestra vida, pero requiere tiempo para poder asimilarlo.

Los discípulos no era una comunidad perfecta, pero la Resurrección va a genera comunión entre ellos. Ya estaban y trabajaban juntos, había una concordia, la concordia de la comunidad cristiana. La Resurrección no elimina las dificultades, “no cogieron nada”, Jesús aparece al amanecer, es una presencia nueva, no le reconocen. Nosotros no vemos a Jesús en nuestra vida cotidiana, sigue estando ausente.

Descubren que la vida cristiana es una novedad, Jesús se mete en su trabajo, se mete en nuestra casa. Aparece en el peor momento cuando no tienen ganas de nada y les da un consejo que parece una humillación, pero obedecen, se fían ¿de quién nos fiamos nosotros?

La Resurrección les ha dado una confianza desconocida, no tienen motivos para desconfiar, y lo reconocen en el signo de la sobreabundancia, en el sacramento, tienen nuevos ojos. Pedro no discute, tiene un nuevo sentido de la escucha, es atraído por Jesús y se echa al agua.

Jesús come con ellos, pero del fruto de su trabajo, aunque tiene peces les pide los suyos. Se abre el gusto nuevo, comen como en la última cena, hay silencio y comunión. En la familia tiene que haber paz, comer juntos genera comunión.

La Pascua es el tiempo de generar prácticas en la vida ordinaria, en el trabajo, en la familia, estando atentos al otro.

El corazón de la Iglesia es el amor, “¿Me amas?” le pregunta tres veces Jesús a San Pedro, es una pregunta práctica. Esa pregunta genera una misión. ¿A quién amamos? Hay que dejarse amar por el Resucitado, sólo con Jesús nuestra vida es fecunda, cambia nuestra forma de vivir.

Por último, hubo una “sesión de puesta en común”, donde todos pudimos expresar lo vivido en estos días. Hubo personas que manifestaron la dificultad con la que habían llegado a los ejercicios y la gracia que habían recibido. Otros manifestaron su intención de volver. Se alabó mucho el buen hacer de los monitores y lo bien cuidados que habían estado los niños, el silencio que se había mantenido, en general, la sensación común es que realizar unos ejercicios espirituales durante el Triduo Pascual y con familias es un don que hemos recibido y que debemos aprovechar al máximo lo vivido.

Hubo agradecimiento de todos al P. Juan de Dios por la dirección de los ejercicios y por los puntos de las meditaciones que nos ha dado, agradecimiento a Uke por la organización de los ejercicios y a todo el personal que estuvo ayudando en los diversos servicios, mención especial para Álvaro y Blanca.

Carmen Fort Iborra y Germán García Bonet
Equipo de Nuestra Señora de la Paloma