Catequesis de imágenes en los retiros: Noviembre 2019

Cuadro de la Divina Misericordia de Adolf Hyla, Cracovia (Polonia)

Este cuadro representa a Nuestro Señor de la Divina Misericordia
La fiesta instituida por San Juan Pablo II se celebra el segundo Domingo de Pascua.

Historia de la imagen y origen del cuadro Divina Misericordia

La imagen de la Divina Misericordia le fue revelada a Santa Faustina en 1931 y Jesús mismo le pidió que se pintara.
Se pintaron tres cuadros, el primero lo realiza el pintor Eugenio Kazimirowski, Santa Faustina lloró al verlo porque no reflejaba la belleza que había visto cuando Jesús se le apareció.
El segundo se realiza cuando tras la guerra mundial no se sabía el paradero del primer cuadro y la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia encargó el segundo conscientes de la importancia de las revelaciones de Nuestro Señor a Sor Faustina, siendo pintado por Estanislao Batowski. Fue colocado en la Capilla de la Divina Misericordia, pero este recinto fue consumido por el fuego durante la insurrección de Varsovia.
Fue el tercer cuadro el que pintó Adolfo Hyla como agradecimiento a la Divina Misericordia por no haber sufrido daños ni él ni su familia en la Guerra. Es el cuadro que se hizo famoso por las gracias que recibían los fieles y es la imagen más difundida en el mundo.

La revelación de Nuestro Señor a Santa Faustina

Cuenta Santa Faustina en su diario: “Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido”.

“Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: ‘Jesús, en ti confío’. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y en el mundo entero”.

Jesús le señaló: “Prometo que el alma que venera esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como mi gloria”.

Otro día, estando Santa Faustina en oración, Cristo le dijo: “Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas”.

“Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de mi misericordia cuando mi Corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza. Estos rayos protegen a las almas de la indignación de mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios”.

Santa Faustina cuenta al ver el primer cuadro:Fui a la capilla y lloré muchísimo. ¿Quién te pintará tan bello como Tú eres? Como respuesta oí estas palabras: ‘No en la belleza del color, ni en la del pincel, está la grandeza
de esta imagen, sino en Mi gracia’”.

La explicación de la imagen

La imagen de la Divina Misericordia representa a Jesús en el momento en que se aparece a los discípulos en el Cenáculo –tras su resurrección–, cuando se les da el poder de perdonar o retener los pecados En esta imagen, Jesús está de pie, resucitado, vestido con una túnica blanca, y en sus manos y en sus pies se veían las huellas de la Pasión. Tiene la mano
izquierda señalando su corazón, y la mano derecha levantada, en señal de bendición. De su corazón salían dos grandes rayos de luz, uno de color rojo, y otro de color blanco. El rojo, significa su sangre, y el blanco, significa la gracia
que el alma recibe con los sacramentos.

Por eso es que toda la Iglesia festeja, la Fiesta de la Divina Misericordia, pero para saber bien qué quiere decir la fiesta, debemos regresar al Viernes Santo: Jesús está en la cruz, con su Cuerpo Santo clavado en la cruz, suspendido por tres clavos de hierro, todo golpeado, flagelado, escupido, cubierto de sangre y de polvo.

La Virgen María está al pie de la cruz, es la Única que lo acompaña en su agonía. Jesús, antes de morir, tiene que escuchar los insultos que le dirigen a Él, pero sobre todo, los que le dirigen a su Madre, lo cual lo hace sufrir
todavía.

Después de muerto, un soldado romano, para asegurarse de que estaba muerto, le clava una lanza en el pecho, y de su pecho sale sangre y agua, que significan la Eucaristía y la gracia del bautismo.

Pero además, junto con la sangre y el agua, sale del Corazón de Jesús, invisible pero real, el Espíritu Santo, trayendo para los hombres el Amor de Dios.

Esto nos hace ver cómo es Dios: infinitamente bueno. Nosotros, los hombres, con nuestros pecados, con nuestros pensamientos y nuestras malas obras, golpeamos a Dios Hijo. Y a pesar de todas estas maldades, Dios no nos respondió con enojo, con cólera, cuando muy bien podría haber usado su poder divino para castigarnos: Dios nos respondió con Amor, porque junto con la sangre y el agua que brotaron de su Corazón traspasado, salió el Espíritu Santo, para que nos inundara a todos con el Amor divino. Así es Dios Trinidad: a nuestras maldades, responde con Amor, perdonándonos y derramando sobre nosotros todo su Amor, el Espíritu Santo.

A través del Corazón abierto de Jesús, Dios derrama su Misericordia, y Misericordia quiere decir: “Amor de compasión por las miserias de los hombres”. Dios tiene compasión de nuestras miserias; su Corazón de Dios se compadece y nos perdona, y además de perdonarnos, se nos dona Él mismo, todo entero, porque Él es el Amor en Persona.

Su Misericordia es infinita, no deja de salir Amor del Corazón de Jesús: está permanentemente brotando Amor y Misericordia.

Adoremos a Jesús en la cruz, adoremos a Él, que es Misericordia pura, infinita, que se derrama desde su Corazón para toda la humanidad, y le prometamos que vamos a imitarlo en su misericordia, tratando de ser también nosotros bondadosos, compasivos y misericordiosos, con todos nuestros prójimos, así como Él es bondadoso, compasivo y misericordioso con nosotros. Si hacemos así, la imagen de Jesús Misericordioso se va a pintar, no en un papel, sino en nuestro corazón, y va a quedar ahí para siempre.

Equipo Nuestra Señora de Cana

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